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GUÍAS DE RESTAURANTES EN ESTADOS UNIDOS: LA FE EN LO PROPIO
Por Víctor Llacuna
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Víctor Llacuna: Víctor Llacuna: Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Miembro de la sociedad Culinary Historians of Boston. Ha sido colaborador de Catalunya Universitaria, Regió7, Popular 1 y Diari de Tarragona. Es Máster en Educación por la Universidad de Barcelona y Máster en Estudios Hispánicos por Boston College University. Hace trece años que vive en Boston donde ha trabajado como profesor de lengua y literatura. Coleccionista de libros sobre temas relacionados con la gastronomía y las distintas bebidas. Aficionado a asistir a conferencias y eventos sobre temas gastronómicos.


El contraste entre la celebración mediática en España cada vez que se conceden estrellas Michelin y la mayoritaria indiferencia a dichos premios en Estados Unidos es notable. En Estados Unidos hay referentes con una influencia más extendida.
En una ciudad cosmopolita como Nueva York las estrellas Michelin cuentan. Según el periódico USA Today el promedio de aumento de clientes para un restaurante neoyorquino que obtiene la tercera estrella, como Le Bernardin o Per Se, es de un 20%.  Grant Achatz, del restaurant Alinea de Chicago, confiesa que su gran momento fue la edición de la Guía Michelin Chicago en la cual consiguió tres estrellas. Sin embargo, a nivel nacional la Michelin pierde peso.  Existen guías para Nueva York, Chicago, y San Francisco y alrededores, pero las correspondientes a Los Angeles y Las Vegas dejaron de publicarse. Los proyectos que tenían para ciudades como Boston, Washington o Miami no vieron la luz. No es que la guía Michelin no tenga reputación, sino que se trata de una adición relativamente reciente al mercado norteamericano, un mercado que ya contaba con referentes previos a su llegada al país.

Aunque las primeras estrellas Michelin se concedieron en 1926, la guía no llegó a Estados Unidos hasta el año 2005. Se centró en Nueva York. Para entonces la guía Zagat ya llevaba casi veintiséis años funcionando y contaba con versiones dedicadas a setenta ciudades distintas. Nina y Tim Zagat iniciaron su actividad encuestando a sus amigos para crear una guía de restaurantes neoyorquinos.. Las guías Zagat son económicas, muy delgadas y transportables, y se encuentran tanto en librerías como al lado de las cajas registradores de los supermercados. Existía también la opción de pago por subscripción en internet. Google compró la empresa en 2012 por 151 millones de dólares e integró la guía como un servicio gratuito. La guía Zagat conecta con la mentalidad norteamericana de confiar en lo que opina la mayoría. Continúa basándose en la colaboración de los comensales, quienes envían sus opiniones, y su lenguaje es informal. La diversificación de zonas de la guía es otro elemento a favor, llegando incluso a publicar guías por subzonas, como por ejemplo la dedicada a Cape Cod, área turística situada al sur de Boston. En la guía caben desde los restaurantes más lujosos hasta los más asequibles. Y no siempre los primeros son los que reciben mejores puntuaciones.

El segmento de los más interesados en la alta cocina suelen seguir las opiniones de la James Beard Foundation.  De hecho, la fundación no publica una guía, sino que concede premios. James Beard era un autor de libros de cocina y profesor. Uno de sus antiguos estudiantes, Peter Kump, la  creó en 1986 en honor a su maestro. La fundación tiene como misión la promoción y divulgación de la gastronomía estadounidense. Además de sus programas educativos y divulgativos, cada año concede una serie de premios en una gala en Nueva York. Los premios se conceden a los mejores libros culinarios, artículos periodísticos, programas de televisión y otras modalidades. En el ámbito de los restaurantes, la James Beard Foundation reparte sus premios por regiones. Hay también un premio al mejor restaurante del país. En 2014 el premio ha sido para The Slanted Door, de San Francisco. Que la James Beard Foundation sea una organización sin ánimo de lucro, y que tenga un carácter totalmente estadounidense, le ha dotado de gran credibilidad.

El público estadounidense no tiene por costumbre mirar demasiado hacia afuera, a no ser que lo de fuera se considere lo mejor del mundo. Por ello, los aficionados a la gastronomía consideran un acontecimiento la presencia de chefs españoles en conferencias y cursos. La cocina española goza de un prestigio extraordinario. Sin embargo, sería interesante saber quién tendría más influencia a la hora de elegir un restaurante español,  estuviera en Estados Unidos o en España, ¿Mark Bittman del New York Times, o un reputado crítico español?