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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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El Cercle restaurant: cocina en armonía [ Ir a RESTAURANTES ] [ Volver ]
 

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Escucho con atención las explicaciones de los nuevos gestores de este bellísimo lugar de Barcelona que jamás había pisado: El Reial Cercle Artístic de Barcelona, real  desde que así lo decidió Alfonso XIII, artístico desde que un grupo de pintores de la Ciudad Condal, allá por 1881, decidió apostarse dentro de estas paredes del siglo XV y convertirlo en guarida de bohemios, burgueses discretos y bon vivants que gozaron de todas las turbulencias del  Fin du Siècle desde esta poltrona aterciopelada.  Arduo ha sido el trabajo de no tocar ninguna de sus paredes maestras, ni empotrar cable alguno, ni salpicar el lugar de instalaciones que rompieran la armonía de este enclave único. Oigo cómo se decidió conservar los rincones de esta casa-palacio y darles un uso gastronómico distinto, pensar en una oferta plural, para públicos de gustos y caprichos distintos, muy propia de este nuevo siglo que lo mismo decide comer en una antigua abadía, una platea teatral, un puente colgante sobre el río o un castillo sin foso. Sin lugar a dudas merece aplauso el trabajo de Julià Cribero y Ana Calpe, sus nuevos gestores, y lo merece también la delicadeza de Alfredo Arribas, el arquitecto.


Realmente, el lugar impone suavemente, maravilla, se agradece la invitación a penetrar en el secretismo a la vista de estas sociedades cerradas y elitistas que crearon belleza en los entresijos de las grandes ciudades. Pero, por otra parte, pienso también en las dificultades con que se enfrentan el equipo joven de esta cocina (cuyo primer chef fue Albert Ventura, del Coure, de vuelta de nuevo a su casa madre) y el reto enorme que supone ofrecer tres cartas distintas sin desmerecer la magnificencia del espacio adquirido. Sin duda, la palabra clave es armonizar.
La ubicación de este multiespacio gastronómico, siendo estratégicamente magnífica,  es, sin embargo, un arma de doble filo, como muchas otras veces hemos comentado en las crónicas de restaurantes de la Barceloneta o el Born, la propia Puerta del Ángel ( en los bajos del mismo edificio se instaló hace unos meses  el Matis, de Artur Martínez)  pues, si bien, va a atraer a los turistas que lo tienen a tiro de piedra de Ramblas y Catedral, los barceloneses lo percibirán con ciertos prejuicios, sobre todo cuando vean su terraza llena de comensales optando por la oferta  de tapas a cualquier hora, por magistrales que resulten,según cuentan otros cronistas en la red. Se impone, entonces, saltarse las reticencias iniciales para ver un poco más allá, re-descubrir.
El interior, como siempre, cobija otra realidad gastronómica más pausada, de miras más altas y clientes habituales, sobre todo en el espacio de la Biblioteca o en el comedor Cuatro Estaciones, con elaboraciones que algunos han calificado como “retrococina” o la vuelta a la  tradicionalidad reinterpretada  con ayuda de técnicas y aparejos de este siglo. A mí me parece, simplemente, una cocina atemporal, como las vajillas que decoran y sirven esta mesa, modelos “vintage” para mis compañeros más jóvenes crecidos entre platos cuadrados y pizarras de servir. Una cocina clásica, un punto burguesa, palaciega, o puestos a dejarnos llevar por la terminología artística, neoclásica. Elegante, depurada, sin ornamentos superfluos, de buen producto y de buena técnica, sabores profundos, sin escatimar reducciones, armoniosa, capaz de emocionar  con  la sencillez de esta sopa de cebolla- ¿un giño a Bocuse?- de un maravilloso color cobre, nítida, intensa, acompañada de este ravioli de Comte y una copa de Galàctica ( blanco, Marquès d’Alella). Antes de ella, el sashimi y el sushi que se sirve en el espacio de la barra nos dejaron más que satisfechos. De nuevo, perfección, frescura, belleza, armonía. Junto con el sake Hanamikura Hana que nos sirve el sommelier, resultan entrantes perfectos. Como este pulpo que viene acompañado de pera y jengibre, una combinación fresca y sorprendente para este plato que suele resultar contundente en su versión más primitiva. El plato fuerte, la espaldita de lechazo de Churra ultra tierna y de piel crujiente se sirvió acompañado de hummus, yogurt y berenjena, un coro muy arábigo  para un balido tan ibérico. La copa- maridaje muy logrado- albergaba un Macán Clásico, de las bodegas Benjamín Rothschild Vega Sicilia. Los postres de frutas, el hojaldre de vainilla y el Èspesso, un cafetito sorpresa que se come con cuchara, más las copas de Weintgut “Lorenz H. Kunz”  y el dulce Victoria nº 2 , Jorge Ordóñez, pusieron el colofón a esta comida en uno de los rincones más bellos del centro histórico barcelonés, una ocasión para degustar tres opciones gastronómicas distintas, para repasar capítulos de la historia del arte y de la cultura de la ciudad o para saborear los nuevos aires gastronómicos que vienen cargados con una voluntad de armonizar los espacios presentes con los pasados, los legados de la tradición con los logros del futuro.

 

 

Inés Butrón

Inés Butrón es licenciada en filología hispánica por la UB, periodista, escritora y autora de varios libros sobre temas gastronómicos: Ruta gastronómica por Cantabria,  Ruta Gastronómica por Andalucía y  Ruta Gastronómica por Galicia, Salsa Books, Barcelona 2009. Comer en España, de la subsistencia  a la vanguardia. Ed. Península. Madrid 2011"

 

 


Localización:
Carrer dels Arcs 5, 1ª Planta
08002 Barcelona
Reial Centre Artístic
Horario:
Todos los días
Terraza: de 11 a 1
Restaurante y barra japonesa:
De 13 a 16 h
De 20 a 24 h.
hello@elcerclerestaurant.com
Telf: 93 624 48 10
Precio carta: 40 euros aprox.